Judul : Crítica Del 1x07 "Not So Grand Jury" De The Good Fight: We Knew You Were Trouble
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Crítica Del 1x07 "Not So Grand Jury" De The Good Fight: We Knew You Were Trouble
Faltan tres episodios para decirles adiós a nuestros abogados favoritos de Chicago y esto no para de estar muy emocionante. Poco a poco vamos conociendo nuevos detalles sobre la trama que originó todo y cómo afecta a sus implicados. Si quieres enterarte de lo que ha pasado, no dudes en seguir leyendo.
Después de un buen capítulo como fue el de la semana pasada, aunque con sus altos y sus bajos, este ha sido una explosión con bastante información de por medio. El Gran Jurado siempre ha jugado una gran baza en cuanto a las tramas de The Good Wife – con el tema de Will en la tercera temporada, por ejemplo –, y no iba a ser menos en su spin-off. Ver cómo todo se va revolucionando y cada equipo juega sus cartas ha sido interesante y diría que hasta trepidante. Por un lado, tenemos a Elsbeth Tascioni siendo lo más mono ever y despidiéndose de nosotros – esperemos que por no mucho tiempo – con momentos en las que nos la comeríamos a besos, además de ser la más lista de todo el juzgado y demostrarlo con creces aunque ella se haga la tonta; también tenemos a Adrian Boseman, quien ha descubierto que Andrew Hart le está robando clientes – primero, ¡hola, señor de Iron Fist! Y, segundo, ¿desde cuándo el Paisley Group estaba con este bufete? – y no ha dudado en actuar cuanto antes; Lucca Quinn también ha salido hecha una jugadora total al recomendarle a Elsbeth que la tuviese como segunda abogada para picar a su ¿novio? Colin – me han recordado tanto a Alicia y Will en el momento en el que ella se puso la ropa con la que se lo tiró la última vez que por casi aplaudo con las orejas; y a Diane, quien ha descubierto que Henry Rindell, quien había sido amigo de toda la vida, va a ir a por ella para así reducir su condena. Por el otro lado, Mike Kresteva sigue siendo el hijoputa tocapelotas de siempre que va de listo pero ¡ups, bofetón al canto por parte de Elsbeth!; Colin ya no puede más con este trabajo (de mierda) y está a punto – por no decir que creo que lo ha hecho – de tirarlo por la borda; y tenemos a Aaron Tveit – ¡pero qué mono, joder! – interpretando a Spencer Zschau, personaje que ha retomado desde la primera y última vez que lo vimos allá por la tercera temporada de The Good Wife – el 3x07, para ser exactos –. Con este último dato sólo quiero decir una cosa: gracias, matrimonio King; me encanta cuando hiláis tan fino como en esta ocasión, recuperando personajes que sólo hemos visto una vez y más de la mano de Aaron Tveit, del cual si no os enamorasteis en Les Misérables, podéis hacerlo en BrainDead– también creación de los King y con Mary Elizabeth Winsted –. Hablando un poco sobre el caso, ha sido inteligente traer a la palestra el tema racial pero, al mismo tiempo, se ha convertido en un asunto tan manido que no me aporta nada. Sí, el propósito era marear la perdiz y ha tenido su efecto pero, en el espectador, lo hemos visto tantas veces que tampoco me parece gran cosa. Mientras que el tema de Maia con su padre lo voy a tratar un poco más adelante, me gustaría comentar lo que pasa con Diane. Cuando decía Barbara que iba a ser problemática, la mujer no se equivocaba en absoluto – you were so right, girl, and nobody fucking listened to you –. Es muy loable que Adrian justifique los actos de Lockhart diciendo que un abogado va hasta la línea de lo que es legal y no por sus clientes pero, como ella misma ha dicho, en este caso no fue por eso, sino porque quería un puesto de trabajo. Argumentar “exageración” es motivo de risa, hasta ellos mismos dicen que no lo han usado desde la facultad, pero parece más o menos funcionar. Lo que no funciona para nada fue ese supuesto ¿golpe de efecto? en el que Diane dice que tiene que presentar su dimisión. ¿Después de todo lo que has dado por culo por conseguir ser socia mayoritaria y tener tu nombre en el membrete, me vienes con esas? Are you fucking serious, bitch? No way! Lo peor de todo es que Maia sale al rescate porque le debe su puesto laboral a su madrina y ¡a Diane le sale bien todo! ¿Pero por qué esta mujer tiene, no una flor, sino un puto jardín en todo el culo? ¿Por qué no sufre, por qué no le sale algo mal? Si me decís que ya lo pasó mal en el piloto, no respondo de mis actos. Eso no es pasarlo mal, es tener un mal momento y que te baje un ángel – afroamericano, eso sí, sigamos con lo de raza si queréis – y te salve el culo. Pasarlo mal no es ver apartamentos cochambrosos por Internet y parecer preocupada cuando luego Chumhum te va a salvar el culo. No, queridos lectores, pasarlo mal es no tener un curro, no tener un sitio donde caerse muerto, que las facturas no te dejen respirar y no puedas dormir por las noches de la preocupación. Esto es un “momento malo” pero no es pasarlo mal, no es sufrir, no es “De verdad, qué pena me da Diane”. Lo siento, pero no puedo empatizar con una señora a la que le sale todo bien porque eso no es la vida real, eso es tener un vergel en todo el ano y mire, señora mía, yo también quiero, no te jode.
La que sí lo está pasando realmente mal es Maia, a la que la realidad le está dando una somanta de hostias que me duele hasta verlo. No sólo ha tenido que lidiar con el escándalo Ponzi de su padre y las consecuencias a las que ha tenido que enfrentarse sino que, además, ha visto cómo su padre lleva un micrófono para conseguir información incriminatoria del bufete en el que trabaja. En un primer momento, todos pensábamos que Henry se la iba a jugar a su hija – yo ya me esperaba cualquier cosa –, pero realmente quiere incriminar a Diane para salvar a su esposa y a su vástago. El misterio de la famosa lista ha sido desvelado: son números de las declaraciones de Hacienda identificativos, varios de los cuales pertenecen al antiguo bufete de Diane. No me extraña nada que Maia se cabree cuando descubre todo el percal y con razón. Realmente este es un caso muy sencillo que, en algún momento, nos pasa a todos en la vida: para ti, tus padres están en un pedestal del cual, supuestamente, no van a caerse pero, por alguna razón, ves que son tan humanos como el resto, que se equivocan, que no son como realmente piensas que son, y ese pedestal se derrumba, mostrando a tus padres todo lo humanos y terrenales que son. A Maia le acaba de ocurrir eso, ha visto que sus padres son humanos, que tienen sus defectos y que realmente no casan con la idea que se ha ido formando con los años gracias a la inocencia que posee el ser humano. Maia Rindell está aprendiendo a palos cómo es la pura realidad, cruel, sin tapujos y una bestia que va a por todos. Y, si comparamos, es similar a lo que le pasó a Alicia pero de manera más tardía. Recomendar poner a tu padre ante un estrado y que declare que, a cambio de información, le habían prometido una condena de diez años en vez de perpetua sin posibilidad de libertad condicional es muy duro, y Maia lo ha sabido llevar como una campeona. Poco a poco la estamos viendo crecer y, si ya le tenía cariño por Rose Leslie, ahora se lo estoy cogiendo por el camino que va recorriendo el propio personaje.
A otros que estoy cogiendo cariño del bueno son a Lucca y Colin. Oh, la relación de estos dos es puro fuego últimamente y más cuando las tornas se vuelven complicadas. Colin ya le ha dicho a su jefe que tiene un conflicto de intereses por estar saliendo con ellay este, ni corto ni perezoso, le suelta que debería cortar con ella. ¡¿Pero este señor quién se cree?! De todas formas, esta excusa que ha puesto Morello me ha parecido más una jugada para ir finiquitando su trabajo en la fiscalía del Estado que otra cosa. Al pobre se le nota muy quemado, ya no cree en la causa y no hay mejor solución que pirarse con la cabeza alta. Los jueguecitos de estos dos en el juzgado me han encantado – cierto gesto de ella ha sido lo más – y cada día apuesto más por ellos. Esa última escena de Lucca a punto de salir a correr y encontrándose a Colin justo en la puerta, con ese abrazo tan monoso, me ha dado a entender que él le dice que se ha quedado sin curro. Al parecer, a ella no le hace falta oírlo, sino que ya lo ve en su semblante, porque no se quita los auriculares ni para apearse – esta es de las mías –. De todas formas, saldremos de la duda en el próximo episodio. ¿Os imagináis que Colin termina trabajando en Reddick, Boseman & Kolstad? ME. MUERO.
En general, ha sido un episodio que me ha gustado muchísimo. Lo he notado ágil, con los enredos típicos que suele acarrear el Gran Jurado, un elemento que me gustaba bastante en The Good Wife y que aquí también han sabido sacarle provecho. Además, hemos tenido una (pen)última y buena – este dato es importante – ración de Elsbeth Tascioni, a la cual voy a echar mucho de menos, pero que ha insuflado diversión a la serie. También ha sido un placer ver a Aaron Tveit de nuevo y, supuestamente, nos hemos quitado del medio a Mike Kresteva – este señor es como la mala hierba, que nunca muere, así que ando cruzando los dedos –. Una persona que ha vuelto y que estábamos implorando por ello es Amy, quien se ha dejado caer aunque sólo para darle un cubata – totalmente necesario – a su novia. Creo que la ausencia de Amy se puede deber a que aquí quien debe arreglar sus problemas familiares es Maia y Amy sólo es un hombro importante en el que apoyarse. Espero que si este asunto se arregla, la novia salga más. Especial mención al muchacho de las citaciones, que te contesta en francés o en italiano, como a ti te guste más. ¡Qué grande eres! No faltes nunca, por favor, aunque te paguen 47 dólares por citación.
Por mi parte nada más excepto animaros a que dejéis vuestros pensamientos, sentimientos o cualquier cosa que se os haya pasado por la cabeza al ver el episodio. Siempre es un placer sacar un rato y comentarlo con vosotros.
¡Hasta la semana que viene!
P.D: Cada día que pasa Marissa se va metiendo más y más en el mundo de la investigación. Al final tendremos una nueva Kalinda a esta velocidad.
P.D.D: ¿Esas copas entre Maia y Marissa no os recuerdan a ciertas dos mujeres?
P.D.D: ¿Esas copas entre Maia y Marissa no os recuerdan a ciertas dos mujeres?
Irene Galindo (@MissSkarsgard)
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